Nosotros existimos allí donde el pensamiento, desde su composición, ya da por hecha y buena una participación —más aún de par que de parte— de los otros. Pero eso no significa un plegamiento a lo mismo; significa que, en cada momento de presencia pensante, en cada cuerpo, lo que se da se da sintiéndose a priori parte de lo mismo. Que no hay cálculo significa que el material susceptible de especulación no es tenido en cuenta. Lo que aparece como verdad —los caramelos— incluye en sí la presencia de los otros; es más, no tiene sentido sino en tanto que “que me pase a mí” es un modo puntual de ver que le pasa a la red (pasa en mí). Aunque las palabras parecieran sugerirlo, desde la física se advierte como imposible y oxímoron la figura de que algo le pase a uno. Lo cual tiene distintas formas de asunción. La que lo aprovecha como hecho más potentemente, creo, es esa cosa monstruosa y bella que se llama Los Mal Llevados. Nadie mejor que ellos para soltar el rec y que reine el play.
* Agustín J. Valle es escritor, ciclista, y participa de la organización del ciclo de lecturas «Ensayos en vivo»; ha publicado recientemente su libro titulado Sólo las cosas.
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